Por tierras de Montes de Oca vamos hacia Burgos. La tarde ha enfriado. Parece por el aire frío que fuese marzo y lo creeríamos si no estuvieran segando en
las eras y las viñas vestidas de verde. Pasan dos pastores envueltos en mantas azules con una manada de vacas y ternerillos. Los cencerros alegran la tarde. Yo tenía ganas de ir a Clavijo, eso
que no soy de los de Santiago Matamoros, pero por ver el campo de batalla. Me hubiese gustado perder unos días de vagar por Albelda y San Millán de la Cogolla por los caminos de Gonzalo de
Berceo. Pero hay que hacer el camino en los plazos fijados.
Cunqueiro, Álvaro: El pasajero en Galicia, Barcelona: Tusquets 2002, pp. 16-17.